Este
martes 23 de Enero, se cumple un año más del derrocamiento que puso fin a un
gobierno personalista y dictatorial como lo fue el gobierno del general Marcos
Pérez Jiménez, quien gobernara nuestro país entre los años 1952 y 1958.
Aquel
1958 se inició con un movimiento cívico-militar encabezado por un grupo de
oficiales, liderados por el coronel (Ej) Hugo Trejo, quien se alza en Maracay
con el apoyo de la Fuerza Aérea, fracasando en su intento de dar fin con la
dictadura, pero el descontento de una Venezuela reprimida por la gestión
dictatorial de Pérez Jiménez se manifiesta, desencadenando una ola de protestas
durante 22 días,
El
General realizó un plebiscito considerado fraudulento para hacerse del poder
por encima del derecho a elegir de los venezolanos, que le atribuía la
Constitución impulsada por el mismo Pérez Jiménez. El dictador negó al Congreso
la posibilidad de convocar a elecciones presidenciales, que debían celebrarse
en 1957.
Ese
plebiscito se consideraba ilegal porque no estaba estipulado en la
Constitución, sólo eran válidas las elecciones generales.
Partidos
políticos, entre ellos el Partido Comunista de Venezuela (PCV), convocan una huelga
general el día 21 en solidaridad con los oficiales detenidos durante el
alzamiento militar, lo cual obliga al general Marco Pérez Jiménez a abandonar
el poder el 23 de enero y toma el poder una junta militar presidida por el
contralmirante Wolfang Larrazabal e integrada por los coroneles Carlos Luis
Araque, Pedro José Quevedo, Roberto Casanova y Abel Romero Villate.
Al
amanecer del día 23 del 58, los venezolanos celebran la caída de Pérez Jiménez,
a la vez que protestan por la presencia en la Junta de Gobierno de Casanova y
Romero Villate, reconocidos miembros del perejimenismo; quienes finalmente
fueron obligados a renunciar y reemplazados el día 24 de enero, por dos
representantes del gremio empresarial y oligárquico venezolano como son Eugenio
Mendoza y Blas Lamberti.
Posteriormente,
se amplía el abanico político de la Junta Patriótica con representantes de
sectores independientes, ratificándose en su presidencia al periodista Fabricio
Ojeda, quien renunciaría más tarde por considerar que los objetivos
democráticos señalados habían sido confiscados a favor de los intereses
dominantes de la oligarquía venezolana en detrimento de los derechos del
pueblo.
Marcos
Evangelista Pérez Jiménez fue bautizado así por sus padres, Juan Pérez
Bustamante y Adela Jiménez. Inició su carrera militar en 1931, al ingresar a la
Academia Militar de Venezuela, egresando como Subteniente en 1933 con las más
altas calificaciones en toda la historia de dicha Academia, ya que no ha sido
superado.
Luego
en 1941 realiza cursos de especialización en la Escuela Militar de Chorrillos,
en Lima, Perú, junto al que fuera Ministro de Fomento y Obras Públicas el
General de División José del Carmen Cabrejo Mejía durante el gobierno militar
del General Manuel A. Odria, siendo ascendido a capitán a su regreso.
Figura
públicamente por primera vez al participar en el derrocamiento del gobierno del
General Isaías Medina Angarita el 18 de octubre de 1945. Tres años más tarde,
tras un período regido por una Junta Cívico Militar, es elegido Presidente el
escritor Rómulo Gallegos, posteriormente derrocado el 24 de noviembre de 1948
por un movimiento liderado por Pérez Jiménez.
Integró
la Junta Militar, presidida por Carlos Delgado Chalbaud junto a Luis Llovera
Páez. Gallegos parte al exilio; la Junta Militar disolvió al partido Acción
Democrática y a la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV). El 13 de
noviembre de 1950, Delgado Chalbaud es asesinado en Caracas,4 tomando así la
presidencia Germán Suárez Flamerich, que se desempeñaba como embajador de Venezuela
en Perú. Suárez Flamerich salió al exilio cuando el Alto Mando Militar
transfirió los poderes de la Junta de Gobierno liderada por Marcos Pérez
Jiménez, a raíz de los resultados de las elecciones del 29 de noviembre de 1952.
El
gobierno de Marcos Pérez Jiménez se caracterizó por un marcado progreso
económico y social. Con el aumento de producción y precios del petróleo, este
último gracias a conflictos como la Guerra de Corea (Elevándose hasta 2 dólares
el barril, el cual era un precio alto para la época). Caracterizado también por
una ambiciosa política en infraestructura, la cual se pudo ejecutar a la
perfección, y dio como resultado obras públicas de gran envergadura como las
Torres del Centro Simón Bolívar, la Autopista Caracas - La Guaira y el Paseo
Los Próceres entre otras.
No
pasan desapercibidos, sus avances en el ámbito militar, que incluyeron la
definitiva profesionalización de las Fuerzas Armadas, el aumento y
modernización de los equipamientos. En lo concerniente a política de interior,
el país experimentó un estado de orden y altos estándares en seguridad. Como
aspecto negativo, destacó su carácter altamente represivo, la aprobación de la
Ley de vagos y maleantes y la represión de organismos como la Seguridad
Nacional, amparados por dicha ley.
Este
período de supremacía terminó el 23 de enero de 1958, ocasión en la que es
depuesto por un golpe de estado, perpetrado por sectores descontentos dentro de
las Fuerzas Armadas de Venezuela, que trajo como resultado su salida del
territorio nacional, rumbo a República Dominicana, tras lo cual se asentó en
España, bajo la protección del régimen franquista.
Posteriormente
con el partido de derecha Cruzada Cívica Nacionalista, fue electo Senador en
1968, cargo del cual fue inhabilitado a raíz de la primera enmienda llevada a
cabo a la constitución de 1961 por los partidos Acción Democrática y COPEI,
tras lo cual se retira definitivamente de la vida política nacional.
El
período de Pérez Jiménez en el poder, es recordado históricamente, como un
gobierno de arraigo nacionalista, basado en un pragmatismo ideológico que
identificaba la esencia de su gobierno, además de enunciar la «Doctrina del
Bien Nacional», esto expresado en el «Nuevo Ideal Nacional» que sería el faro
filosófico para orientar las acciones de su gobierno. Promovió la inmigración de
capitales y personas extranjeras, principalmente comunidades europeas como la
española, italiana y portuguesa. También impulsó un vasto y ambicioso programa
de infraestructura, basado en la política del concreto armado, con la
construcción de edificaciones, grandes y modernas carreteras que unían y
renovaban los lazos entre estados y ciudades del país, puentes y demás obras de
gran envergadura con las que modernizó al país, bajo una férrea dictadura
militar.